domingo, 15 de enero de 2017

lenguaje vanguardista

EL LENGUAJE DEL VANGUARDISMO
Su instrumento es la palabra y la fantasía ilimitada. Por medio de la palabra se destruye la realidad y transforma al objeto en idea pura, en esencia espiritual, en juego de ensueños plurivalentes. La sugestión sonora y asociativa del lenguaje importa más que su significado, los versos suenan e insinúan, más que dicen. La palabra tiene múltiples ecos y se carga de contenidos misteriosos, de significados equívocos, no unívocos, de reflejos interiores.
Esta poesía no es inteligible y como se abre a múltiples interpretaciones, el lector se convierte en un co-creador.
Las Vanguardias
Como en la época del “modernismo”, los dos centros de la vanguardia fueron Buenos Aires (Borges, Girando, Molinari) y México (Pellicer, Villaurrutia, Gorostiza). En Cuba aparece la poesía mulata: para cantar, bailar y mal decir (Nicolás Guillén, Emilio Ballagas); En Ecuador, Jorge Carrera Andrade inicia un “registro del mundo”, inventario de imágenes americanas… Pero el poeta que encarna mejor este período es Pablo Neruda. Cierto, es el más abundante y desigual y esto perjudica su comprensión; también es cierto que casi siempre es el mas rico y denso de nuestros poetas. La vanguardia tiene dos tiempos: el inicial de Huidobro, hacia 1920, volatización de la palabra y la imagen; y el segundo de Neruda, diez años después; ensimismada penetración hacia la entraña de las cosas.
Octavio Paz
(El arco y la lira)
 La vanguardia suele asumir posiciones políticas radicalizadas, se propone romper con la estructura tradicional del lenguaje y postula el sueño y la locura como fuentes inspiradoras del arte. El origen del vanguardismo puede remontarse aproximadamente hasta la obra de Rimbaud y su apogeo programático comienza con las ideas de Apollinare; su perduración no ha cesado hasta el presente. Entre sus principales manifestaciones cabe incluir el surrealismo, el futurismo, el vorticismo, el imaginismo, la literatura de absurdo y el movimiento poético que en los países de habla inglesa se denomina modernismo.
Jaime Rest
La vanguardia se presenta como voluntad de desacreditar el arte que la precede: se burla de él, lo critica ferozmente e invita al abandono de las prácticas artísticas que considera caducas.
La vanguardia se ve a si misma como algo más que una doctrina estética y, normalmente, proclama formas de vida y compromisos totales como una actitud renovadora de la que el artista es profeta. De ahí lo llamativo y escandaloso de muchas de sus manifestaciones que, aparentemente, son ajenas a su programa, pero que, de hecho, son parte fundamental de su concepción.
La vanguardia es una búsqueda permanente y, en ese sentido, acepta su propia transitoriedad. En este sentido, cuenta con que será destronada por otro movimiento distinto, incluso antagónico, y de ahí deriva muchas veces su peculiar sentido lúdico e irónico del arte: todo es efímero y, si se acepta el aplauso común, el arte se convierte en algo académico, cosa odiada por el vanguardista.
El término Vanguardias surge en Francia durante los años de la Primera Guerra [1914-1917]. Su origen está precisamente en el vocablo francés avant-garde, término de origen militar y político, que venía a reflejar el espíritu de lucha, de combate y de confrontación que el nuevo arte del siglo oponía frente al llamado arte decimonónico o académico.
Desde el principio, el arte vanguardista adquiere una impronta provocadora contra lo antiguo, lo naturalista o lo que se relacionara con el arte burgués. No será causalidad que todas las primeras manifestaciones de estos vanguardismos estén repletos de actos y gestos de impacto social, como expresión de un profundo rechazo a la llamada cultura burguesa. La Primera Guerra, como expresión del afán imperialista y del profundo fracaso de esa burguesía por conseguir la paz, será el período en que, junto a actitudes diversas de rechazo a la guerra, afloren todas estas manifestaciones artísticas extraordinarias con una versatilidad y agilidad desconocidas hasta entonces. Los llamados ismos se sucederán uno tras otro.
No es ninguna casualidad que el surgimiento de los vanguardismos artísticos y literarios esté relacionado íntimamente con el periodo de mayor intensidad social, ideológica, en definitiva histórica, del siglo XX: el periodo que va desde la Primera guerra del 14 al inicio de la Segunda en 1939. En esos 15 ó 20 años cuajan las experiencias del nuevo arte: unas pasarán rápidamente, otras quedarán incorporadas al arte para siempre,  pero la revolución de las formas y de los contenidos se producirá, sin duda, a partir de aquellas vanguardias de los años 20.

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