domingo, 15 de enero de 2017

Residencia en la tierra

RESIDENCIA EN LA TIERRA

Con la aparición de Residencia en la Tierra cambia completamente el panorama de la poesía de Pablo Neruda: se torna difícil y hermética. El filólogo Amado Alonso puso en claro los problemas de Residencia en la Tierra en su obra Poesía y estilo de Pablo Neruda. Interpretación de una poesía hermética (1940). De acuerdo con Amado Alonso, y al contrario de los anteriores, Residencia en la Tierra es un libro de poesía objetiva, en el sentido de que, aunque el poeta nos ofrezca su propia visión del mundo, lo hace sin mezcla de situaciones personales, sin hacer autobiografía.
La soledad, la desesperación, la angustia, se acentúan en estos poemas; el autor ve el mundo como un naufragio total, como una destrucción constante, como una desintegración incontenible. La retina del poeta (“como un párpado atrozmente levantado a la fuerza”) ve cómo todo fluye (“agua feroz mordiéndose y sonando”) hacia la muerte y la descomposición: las cosas más heterogéneas, en su misma heterogeneidad, no hacen sino representar al universo todo: “Como cenizas, como mares poblándose, / en la sumergida lentitud, en lo informe, / o como se oyen desde lo alto de los caminos / cruzar las campanadas en cruz, / ... y el perfume de las ciruelas que rodando a tierra / se pudren en el tiempo, infinitamente verdes”.
“No hay página de Residencia en la Tierra (dice Amado Alonso) donde falte esta terrible visión de lo que se deshace... Los ojos de Pablo Neruda son los únicos en el mundo constituidos para percibir con tanta concreción la invisible e incesante labor de autodesintegración a que se entregan todos los seres vivos y todas las cosas inertes, por debajo y por dentro de su movimiento o de su quietud. Son los únicos condenados a ver el drama “del río que durando se destruye”, verso espléndido donde se encierra la imagen definitiva de esta dolorosa visión de la realidad”.
Las cosas se empujan a sí mismas y el poeta intenta expresar y describir este caos; de ahí esta imagen múltiple que encontramos constantemente en sus composiciones. La poesía se hunde en la misma materia y se deja arrebatar por ella: “o sueños que salen de mi corazón a borbotones, / polvorientos sueños que corren como jinetes negros, / sueños llenos de atrocidades y desgracias”. Así surge esta poesía tumultuosa, de alucinación, de urgencia y de aluvión. Estas materias, además, están ya rotas, polvorientas, sucias, desvencijadas. Por este motivo se ha calificado de “feísta” a esta poesía.
Residencia en la Tierra es una visión de la realidad y del mundo muy parecido a ciertas formas de la pintura vanguardista. Amado Alonso nota acertadamente que en este período de la poesía de Pablo Neruda hay un predominio del sentimiento sobre la realidad, es decir, que el sentimiento del poeta pugna por encontrar una imagen o comparación en el mundo real, comparación que a menudo sale fragmentada, barajada o caótica. Por esta razón su poesía está llena de incoherencias “objetivas y racionales”.
El poeta se ve obligado a repetir, a precisar, porque él mismo tiene conciencia de que la representación del sentimiento no es como debería ser: vemos cómo intenta expresar una sensación a base de dos, tres y hasta cuatro imágenes, en busca siempre de una precisión, de una representación adecuada. Sus poemas son a la vez borradores y lecciones definitivas que nos ilustran acerca de su quehacer poético y de cómo la palabra va penetrando en la realidad. El mismo poeta dice: “pero de otra manera”, “no sé si se me entiende”, “pero no es eso”, cuando se da cuenta de que no acierta. Ahora bien, esta incoherencia, estas “imágenes ensayadas” (como las llama Amado Alonso) constituyen la visión que del mundo tiene Neruda, constituyen lo esencial de su poesía. El poeta no podría expresarse de otra manera: tiene que atender a lo caótico, al tumulto de las cosas, a las sensaciones simultáneas.
La técnica estilística de Pablo Neruda tiene su origen en el surrealismo: imágenes ilógicas, símbolos oscuros, enumeración caótica, libres asociaciones. Todo ello unido a su peculiar visión del mundo y a su sintaxis hace de esta obra un caso digno de la mayor atención. Pueden destacarse de Residencia en la Tierra los poemas “Galope muerto”, “Arte poética”, “Entierro en el Este”, “El fantasma del buque de carga”, “Barcarola”, “Enfermedades en mi casa”, “Oda con un lamento”, “Entrada a la madera”, “Apogeo del apio”, “Estatuto del vino”, “Oda a Federico García Lorca” y “El reloj caldo en el mar”. Residencia en la Tierra es un libro esencialmente materialista (como lo indica el título). El poeta, como ya hizo en obras anteriores, evita siempre idealizar y sus comparaciones o tienen un carácter gigantesco, desmesurado y monstruoso o se refieren a cosas cotidianas, vulgares, que dentro del ímpetu que lleva en sí esta poesía adquieren un extraño valor simbólico y nos sumergen en una atmósfera angustiosa. Muchos de los poemas de Residencia en la Tierra tienen un carácter eminentemente social, y su preferencia por las cosas vulgares y cotidianas prenuncia ya al poeta de las Odas elementales. Podríamos decir que Neruda canta, en este libro, las cosas vulgares con tono épico.

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