domingo, 15 de enero de 2017

Otros ejemplos poeticos

EL HUMANISMO POÉTICO DE CÉSAR VALLEJO

Se ha dicho que el poeta César Vallejo era idealista, acaso también que era materialista, incluso existencialista. Pero considero que el gran bardo peruano era sobre todo y por mucho un gran humanista.
Es cierto que creía en un Dios omnipotente y omnipresente, pero tampoco es menos cierto que consideraba que el hombre estaba indefenso ante su destino, ante ese fatum precario e inseguro.

Trilce

De dicha precariedad nos da testimonio, entre otros, en el poema lxxvii de Trilce, en el cual comienza diciéndonos que Graniza tanto, como para que yo recuerde y acreciente las perlas que he recogido del hocico mismo de cada tempestad. Evidentemente el poeta se refiere a los golpes del Destino cuando nos habla de las tempestades y el granizo; y digo Destino en mayúscula porque éste es en los poemas de Vallejo un ente vivo, por eso tiene hocico, como los cerdos bíblicos de la parábola de Jesús y por eso él recoge las perlas que Jesús advierte no sean arrojadas a estos animales inútilmente.

Los heraldos negros

En cuanto a la inseguridad de nuestro sino uno de los ejemplos más explícitos nos lo da Vallejo en el poema Los dados eternos del cuaderno Los heraldos negros, y cito: y jugaremos con el viejo dado…Tal vez ¡oh jugador! al dar la suerte/ del universo todo, surgirán las ojeras de la Muerte, como dos ases fúnebres de lodo.
Evidentemente, es un Destino incierto el que nos propone el poeta. Estos dados nos recuerdan la famosa frase de Albert Einstein cuando se descubrió el principio de incertidumbre en la física cuántica, “Dios no puede estar jugando a los dados”, dijo. Tal vez por ello la obsesión de Vallejo de romper, de trastocar el lenguaje pues, si en el mundo no hay un orden preestablecido, si es el caos el que rige el universo, entonces el lenguaje tal como se le conoce, que es un sistema lógico y ordenado, no es adecuado para expresar dicho universo.
Nietzsche nos declara que Dios ha muerto, por tanto el hombre está solo ante el mundo y ante el caos; Vallejo, sin embargo, nos dice que existe un Dios, pero ese Dios o bien está ajeno a nuestro sino o no le importa demasiado, por tanto el hombre, igualmente, está solo.
Por eso el poeta canta con tono afable a Cristo, casi exclusivamente a Cristo, dentro de la trinidad, porque es el hijo del hombre. Por eso nos dice en el poema El pan nuestro de Los heraldos negros: Y saquear a los ricos sus viñedos/ con las dos manos santas/ que a un golpe de luz/ volaron desclavadas de la Cruz! … ¡El pan nuestro de cada día dánoslo,/ Señor…! … y hacerle pedacitos de pan fresco/ aquí, en el horno de mi corazón…!
También en Los heraldos negros y, específicamente, en el famoso poema que da título al libro, el poeta nos dice que hay Golpes como de odio de Dios, un verso verdaderamente inquietante y que pudiera hacernos desistir de cualquier idealismo en la filosofía Vallejeana. También en este mismo texto nos dice que estos golpes Son las caídas hondas de los Cristos del alma,/ de alguna fe adorable que el destino blasfema./ Esos golpes sangrientos son las crepitaciones/ de algún pan que en la puerta del horno se nos quema. He aquí nuevamente ese Cristo como símbolo de la indefensión del hombre ante el Destino, el Destino en mayúsculas, personificado. También el símbolo recurrente del horno y su pan como alegoría del corazón y los sentimientos.

Evolución del humanismo en Vallejo

También es ostensible como a medida que vamos avanzando en la obra poética de César Vallejo este humanismo se va acrecentando. En Los heraldos negros está la queja manifiesta ante la indolencia y, en cierta forma, la perversidad de un Dios muy cercano a aquel que nos muestra el viejo testamento. En Trilce, sin embargo, esa queja está un poco más diluida y el poeta se centra más en la lucha del hombre ante su destino, que es la consecuencia directa de esta indolencia y perversidad. En Poemas humanos ya Dios es relegado a un segundo plano, casi sin importancia, no por su dimensión, sino porque nos ha dejado solos y, por tanto, el hombre ha de prescindir obligatoriamente de él para encausar su Destino; por eso nos dice en el poema Un hombre pasa con un pan al hombro que Alguien limpia un fusil en su cocina/ ¿Con qué valor hablar del más allá?
Finalmente en España, aparta de mí este cáliz, Dios está prácticamente ausente. Este cuaderno es una especie de evangelio, sí, pero un evangelio humano.


PABLO NERUDA

Pablo Neruda (Seudónimo de Neftalí Ricardo Reyes Basoalto; Parral, Chile, 1904-Santiago de Chile, 1973) Poeta chileno. Comenzó muy pronto a escribir poesía, y en 1921 publicó La canción de la fiesta, su primer poema, con el seudónimo de Pablo Neruda, en homenaje al poeta checo Jan Neruda, nombre que mantuvo a partir de entonces y que legalizó en 1946.
Su madre murió sólo un mes más tarde de que naciera él, momento en que su padre, un empleado ferroviario, se instaló en Temuco, donde el joven Pablo Neruda cursó sus primeros estudios y conoció a Gabriela Mistral. Allí también comenzó a trabajar en un periódico, hasta que a los dieciséis años se trasladó a Santiago, donde publicó sus primeros poemas en la revista Claridad.
Tras publicar algunos libros de poesía, en 1924 alcanzó fama internacional con Veinte poemas de amor y una canción desesperada, obra que, junto con Tentativa del hombre infinito, distingue la primera etapa de su producción poética, señalada por la transición del modernismo a formas vanguardistas influidas por el creacionismo de Vicente Huidobro.
Los problemas económicos indujeron a Pablo Neruda a emprender, en 1926, la carrera consular que lo llevó a residir en Birmania, Ceilán, Java, Singapur y, entre 1934 y 1938, en España, donde se relacionó con García Lorca, Aleixandre, Gerardo Diego y otros componentes de la llamada Generación del 27, y fundó la revista Caballo Verde para la Poesía. Desde su primer manifiesto tomó partido por una “poesía sin pureza” y próxima a la realidad inmediata, en consonancia con su toma de conciencia social.
En tal sentido, Neruda apoyó a los republicanos al estallar la guerra civil y escribió España en el corazón. Progresivamente sus poemas experimentaron una transición hacia formas herméticas y un tono más sombrío al percibir el paso del tiempo, el caos y la muerte en la realidad cotidiana.
De regreso en Chile, en 1939 Neruda ingresó en el Partido Comunista y su obra experimentó un giro hacia la militancia política que culminó con la exaltación de los mitos americanos de su Canto general. En 1945 fue el primer poeta en ser galardonado con el Premio Nacional de Literatura de Chile. Al mismo tiempo, desde su escaño de senador utilizó su oratoria para denunciar los abusos y las desigualdades del sistema. Tal actitud provocó la persecución gubernamental y su posterior exilio en Argentina.
De allí pasó a México, y más tarde viajó por la URSS, China y los países de Europa Oriental. Tras este viaje, durante el cual Neruda escribió poemas laudatorios y propagandísticos y recibió el Premio Lenin de la Paz, volvió a Chile. A partir de entonces, la poesía de Pablo Neruda inició una nueva etapa en la que la simplicidad formal se correspondió con una gran intensidad lírica y un tono general de serenidad.
Su prestigio internacional fue reconocido en 1971, año en que se le concedió el Premio Nobel de Literatura. El año anterior Pablo Neruda había renunciado a la candidatura presidencial en favor de Salvador Allende, quien lo nombró poco después embajador en París. Dos años más tarde, ya gravemente enfermo, regresó a Chile. De publicación póstuma es la autobiografía Confieso que he vivido.

PABLO NERUDA Y SU EVOLUCIÓN POÉTICA

Cualesquiera que sean las objeciones que pueda suscitar su posición política y el efecto de la misma sobre su obra, Neruda es, sin duda, el poeta de mayor prestigio de Hispanoamérica y uno de los valores excepcionales de la poesía continental americana. Su poesía ejerció una enorme influencia que ha sido particularmente perceptible en la poesía chilena moderna, ya en su aspecto social (Efraín Barquero, Gonzalo Rojas) ya por profundizar en los parajes poéticos descubiertos por Neruda (Juvencio Valle o Miguel Arteche). Pero la importancia de Neruda dentro de la poesía americana es semejante a la que en su tiempo tuvo Rubén Darío; como el nicaragüense, también Neruda ha influido hondamente en todo el ámbito hispano, incluyendo la poesía española contemporánea.

Los inicios

Como rasgo de conjunto, la obra de Pablo Neruda se caracteriza desde un punto de vista estilístico por la audacia verbal y la originalidad. Las formas simbolistas y modernistas las representa primordialmente el libro Crepusculario (1923). Pero pronto su poesía empieza a tener un valor excepcional y surgen las formas que habrán de ser genuinas en obras como El hondero entusiasta (escrito hacia 1923, pero no publicado hasta 1933), Tentativa del hombre infinito (1925) y Veinte poemas de amor y una canción desesperada (1924). Hay en estos poemas una actitud sentimental. El poeta exalta la mujer, la angustia, la tristeza, la ausencia y el recuerdo.
Son todavía poemas autobiográficos y están invadidos por una gran melancolía: “Puedo escribir los versos más tristes esta noche”; el poeta canta la soledad acompañada sólo de sus palabras, antes de que la llenara el recuerdo de la amada: “Antes que tú poblaron la soledad que ocupas / y están acostumbradas más que tú a mi tristeza”; la desesperación: “Soy el desesperado, la palabra sin ecos, / el que lo perdió todo y el que todo lo tuvo”; la tristeza: “He dicho que cantabas en el viento / como los pinos y como los mástiles. / Como ellos eres alta y taciturna. / Y entristeces de pronto, como un viaje”.
Pero además de ese acento de infinita melancolía, ya en estas obras Neruda da una dimensión cósmica, desmesurada, a los términos de comparación: “Cuerpo de mujer, blancas colinas, muslos blancos, / te pareces al mundo en tu actitud de entrega”. Cualquier sensación queda siempre vinculada a un elemento, a un acontecimiento cósmico. Arrastrado por su impetuosidad, el poeta buscará la comparación con todo lo que sea grande: montañas, ríos, viento, mar, fuego, noche. La amiga encontrada en el crepúsculo conservará el fuego del día que acaba de fenecer (“llena de las vidas del fuego, / pura heredera del día destruido”), o las raíces de la noche crecerán de súbito desde su alma.
Al lado de estas imágenes grandiosas encontramos otras con elementos concretos y materiales, como si el poeta procurara evitar a toda costa la idealización en un afán por mantenerse dentro de lo elemental: “Para sobrevivirme te forjé como un arma, / como una flecha en mi arco, como una piedra en mi honda”, “cuerpo de piel, de musgo”, “brazos de piedra”, etc. Esta fuerza elemental y cósmica es lo que proporciona interés a esta poesía. La amada llega a confundirse, en la pasión del poeta, con la tierra: “Mi cuerpo de labriego salvaje te socava / y hace saltar al hijo del fondo de la tierra”, “En ti los ríos cantan y mi alma de ellos huye”. Así, Neruda busca siempre la materialización de sus sensaciones, ya sea en cosas muy concretas, ya sea en imágenes gigantes: la amada tendrá ojos oceánicos; jugará con la luz del universo; el amor tendrá lugar bajo el viento (“Innumerable corazón del viento / latiendo sobre nuestro silencio enamorado”). Pero a su vez las palabras serán como las yedras, los besos como un vestido, la cabeza un racimo, etcétera.
Y, junto a todo ello, la imagen centelleante, de clara procedencia modernista: “las flechas latientes de los pájaros”, las palabras adelgazadas “como las huellas de las gaviotas en las playas”, la noche que desparrama “espigas azules” sobre el campo, la comparación de la amada con una “abeja blanca”, la alegría del canto como “un campanario en las manos de un loco”, los crepúsculos como “abanicos gigantes”, “cruces azules”, “árboles de luz”, “sonrisa del agua”. Toda esta poesía de raíz romántica se caracteriza por su profundidad y por su desesperación. Hay en ella algo que nos anuncia ya al poeta de Residencia en la Tierra: la angustia constante, la violencia, los saltos de un concepto a otro, la falta de transición entre las situaciones. También lo que se ha llamado “feísmo” se anuncia ya en estos poemas.

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